02 y 08 setiembre 2006 - ABUELA COCA Y LA TRAMPA - ARGENTINA









Abuela Coca y La Trampa


Precedidos por sendas ediciones de sus últimos discos en Argentina y el prestigio logrado a lo largo de los años como carta de presentación, dos de las mejores bandas de Uruguay desembarcaron en Buenos Aires para hacer sus primeras armas en la escena local. Ahí estuvimos.


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Abuela Coca sábado 2 de septiembre, El Teatro, Buenos Aires


No era exactamente un debut pero se le pareció bastante. En el curriculum de Abuela Coca figura ser la primer banda uruguaya que toco en el Cosquín rock (2002) y haber participado en tres festivales “oye reggae” en Córdoba.

Pero la edición argentina de El cuarto de la abuela, abrió sin duda una nueva etapa para una banda a la que el reconocimiento, al menos de este lado del plata, le fue injustamente esquivo.

El toque fue camuflado en medio de un evento que ostenta el sugerente nombre de “fiestas clandestinas”. Como trivia, el flyer de la fiesta anunciaba: “nada debería estar prohibido” y a continuación decía: “prohibido para menores de 18 años”, contradicciones de la rebeldía moderna, bah. Lo cierto es que El Teatro del barrio de Colegiales estaba repleto con más de 1500 personas y un paisaje de Dreadloks, ropas de colores, motivos andinos y boinas de lana a tono con los vientos de mestizaje que vienen soplando.

Casi a las 2 de la madrugada (que viejazo sonó eso) la abuela nos abrió la puerta de su cuarto con la contundencia de “el artesano”. Ok. No habíamos visto todo. Entendido. Había aún algo más. El secretito que se tenían guardado nuestros vecinos de la otra orilla sí que se las traía.

Sencillamente arrollador. No solo por potencia, aunque también, sino por la maestría con que esta banda modela las sutilezas y contrastes de los muchos estilos que mezclan en su famoso “tuco”. Rock rabioso, hip hop, un reggae de exquisito riddim, pachanga latina y gris montevideano, mixturados en la piel de músicos de una verborragia sonora incontenible y en la voz de un cantante carismático como pocos. “Es una alegría para nosotros mostrarles como es el ritmo de nuestro barrio” saludaba Gonzalo Brown, con una sonrisa que se le escapaba de la boca y ojos tan abiertos que podían capturar a cada uno de los que abajo no atinaban más que a mover los pies.

Los amantes de la estadística valoraran el dato de que El cuarto de la abuela y El ritmo del barrio. se llevaron la mayor parte de la lista en un concierto de alrededor de una hora, donde se pudo comprobar aquello de que la música puede impactar de igual modo en la cabeza, los pies y el corazón de una persona. Todos añoramos en algún momento a una abuela que nos cuente cuentos, nos llevé a pasear y nos cocines comidas ricas. Por suerte esta es una abuela joven, llena de buenas cosas para dar y a todos nosotros, al menos por un rato, nos encanto ser sus nietos.


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La Trampa – Viernes 8 de septiembre, Sociedad Italiana de Morón, Buenos Aires


Cuando una banda con historia vuelve al under, sucede lo mismo que cuando una mujer con muchos años de casada se vuelve a probar el vestido de novia. Depende de cuán bien haya logrado conservar su silueta el resultado será un: “mi amor, me caso de nuevo con vos” o un “que haces gorda sacate eso”.

La cita fue en la Sociedad italiana de Moron, un antiguo club de barrio acondicionado para recitales, a una hora de viaje desde el centro de la ciudad. Estuvimos ahí temprano, como se anunciaba, no era cosa de llegar tarde y perderse algo importante. Pero al que madruga parece que ni dios lo ayuda. La demora fue tal que hubo tiempo para hacer miniturismo por el centro de Moron, comer, dar una vuelta más en busca de un quiosco y volver para comprobar que todavía ni noticias de cuando iba a empezar. Problemas en la prueba de sonido se dijo después. Así es el under, agregamos.

Finalmente cerca de las once, Fisurados, la primera banda programada hizo lo suyo y dejó el terreno libre para el gran debut.

Con un publico escaso, un centenar, tal vez un poco más, el clima previo era más que medido. A excepción de un puñado de fanáticos llegados desde el Uruguay, nadie parecía tener muchas expectativas a la hora en que Puente de estrellas, empezó a sonar.

“Es como ser el nuevo de la clase esto”, se sinceraba el guitarrista Garo Arakelian antes de agradecerle a Emiliano de NTVG por estar presente esa noche. “Para nosotros es una noche sumamente especial, es la primera vez que tocamos fuera del Uruguay después de quince años”, agregaba. Y los años de ruta bien que se notaron. A nadie pudo escapársele después de algunos instantes que estabamos ante una banda de una gran autoridad musical. Hard rock del bueno con guiños folklóricos y letras de gran vuelo, imprimen en su música una personalidad casi única en el rock rioplatense. Con aplomo, madurez y potencia desgranaron cada uno de los nueve temas (si, nueve nada más) que duró el fugaz toque de esa noche. Es que eso de ser los “nuevos” tiene sus consecuencias. Aún faltaba el show de cierre con La Covacha y simplemente no había más tiempo.

“Esperamos que sea la patada inicial para venir más seguido”, se despidió Garo, y tras las ultimas notas de “las décimas” se fueron escoltados por un cerrado aplauso de aprobación.

Al fin, la señora resultó estar más que en forma. El centímetro se clavo en un 90 – 60 –90 y el vestido de novia lució como en la noche más feliz. Lástima que como sucede con algunos matrimonios, duró poco. Pero habrá más esperemos.



Redacción: Daniel Hofer

Fotos: Daniel Hofer y Paula Penedo