El ciclo Montevideo Underground determinó el inicio de la temporada 2007 de rock en W Lounge. Dos fechas, inicialmente pactadas ambas para realizarse al aire libre, con un breve muestrario de bandas y artistas nuevos en el circuito y en ascenso.
La primer fecha contó con la presencia de Soundays y Mersey, dos bandas que entran en la categoría de retro brit pop, tan de moda últimamente. La que inauguró el escenario fue Soundays, la cual sigue mostrando lo que dejó hace ya un tiempo en el ciclo Rock Joven, una banda con actitud, innegable, nadie puede decir que son tímidos o que no transmiten energía a través de su sola presencia sobre las tablas, pero de la música cuesta decir lo mismo. Con solo verlos uno entiende que estos chicos estudiaron el rock ingles de los sesenta y setentas, y sacaron muchas cosas positivas, sus movimientos remiten constantemente a los grandes referentes sin caer en la imitación burlesca, pero es en la elección del sonido donde fallan. Un intento de garage rock que por exceso de suciedad termina sonando a rock tocado adentro de un garage, que no es lo mismo. Es demasiado temprano para determinar si esta banda tiene futuro o no, y cuesta cortarles el crédito cuando vemos lo bien que lograron sintetizar la actitud, pero si en el fútbol hace rato que no se gana a garra, en el rock jamás se llegó a nada solo con presencia. El que cree que Cobain llegó a lo que llegó por romper parlantes o el que cree que los Sex Pistols cambiaron la historia porque se tomaban todo lo que podían se esta perdiendo la mitad de la historia. Ojalá mejoren, creo que pueden.
De Mersey poco para decir, una banda bastante más tranquila, con un sonido más nítido, lo que logro captar la atención al principio, pero luego esta se diluyo, ya que no contagiaron al numeroso público presente.
La segunda jornada fue totalmente distinta. El clima que no ayudo decidió que esta fecha sería bajo techo, en un lugar por decirlo de alguna forma más íntimo. Y parece que el clima ahora sabe de rock, porque si en la primer noche el sonido era de bandas con pretensiones de estadio y gran público, la segunda fue de artistas introspectivos y que requieren de otra contención.
Liz Ree, una chica que siempre sube al escenario con su guitarra, pasaporte extranjero y con el hecho de ser la novia de Rodrigo Gómez (vocalista de Sórdromo) como carta de presentación nos llevó en un viaje por “clásicos” de la música de los noventas en un formato minimalista. Desde Britney Spears, hasta Soda Stereo, pasando (si es que hay alguna forma de hacerlo) por Oasis. Interesante, relajante, refrescante. No llenará locales con este formato, pero si sacara un disco, seguramente tendría un lugar entre los de Bossa n’ Stones y el de Nouvelle Vague, y sin dudas sería mejor que el de Fabiana Cantilo.
Para cerrar la noche, y el ciclo, llegó la perlita que esperábamos. Sinatras, grupo que cuenta con mucha menos difusión que la que se merece, presentó temas de Subibaja su primer disco. Si al inicio de la noche el clima meteorológico fue un protagonista, al cierre lo fueron otros climas los que se llevaron las palmas, y es que los Sinatras son una banda de atmósferas densas. Dos guitarras siempre con efectos deformantes, casi buscando no ser guitarras, un bajo zumbante, la batería como motor de la maquinaria, marcando el ritmo y la voz por momentos hipnótica, siempre llena de sentimiento de Diego Rebella, llenaron el lugar con su música y atraparon a los que se dejaron. Hijos del sonido de Radiohead y de Loop Lascano, agregan a la paleta de colores del rock nacional un gris digno de ser explorado.
Redacción: Federico Mendez Odllakoff
Fotos: Andres Larrosa