Un amor de primavera en pleno otoño anduvo dando vueltas el sábado a la noche por el viejo Teatro de Flores.
Desde mucho antes de que comenzara el show y a medida que se iba colmando el lugar, se fue generando un clima de celebración que anticipaba lo que sería casi un idilio, un romance entre una banda de rock y su cada vez más numeroso público.
Era el primero de los tres toques que NTVG tenía programados para el fin de semana y que se completarían el domingo, en función doble, también a teatro lleno.
Casi a las ocho y media se corrió literalmente el telón y los primeros acordes de “no te quiero acá” hicieron estallar a las 1500 almas que hacía ya rato festejaban a cuenta. Sin dar un segundo de respiro le pegaron “reevolución” y de ahí en más fueron dos horas sin descanso en que la adrenalina no decayó nunca.
Emiliano no se cansó de agradecer en todo momento a la gente por su respuesta y realmente a los ocho se los vio muy felices, lo que se tradujo en energía sobre el escenario y fiesta para todos.
Musicalmente la banda no tuvo fisuras. Sonó ajustadísima a lo largo de los casi 30 temas que duró el toque, aunque hay que decir que el sonido no fue óptimo.
Sin duda, tanto en esta realidad que atraviesa el grupo como en el crecimiento de su público, tiene mucho que ver su buen paso por los festivales de verano y la efectividad de su repertorio en ese tipo de eventos. Pero este concierto era distinto, era su concierto, su gente y demostraron que pueden sostener sin guardarse nada las expectativas que habían generado.
Fue una recorrida por sus tres discos, aunque la mayor parte de la lista se repartió entre "Este Fuerte Viento que Sopla" y “aunque cueste ver el sol”.
Si bien la gente cantaba todas las canciones a la perfección, los puntos más altos fueron “adiós”, “como brillaba”, “más mejor”, “te voy a llevar”, el actual corte radial “verte reír”, “tenes que saltar” con una muy extensa presentación de la banda, “mucho más feliz” y por supuesto “al vacío”, canción despechada si las hay.
Alrededor de la mitad del show y justo antes de “no hay dolor” Emiliano Brancciari se puso serio y propuso que “no nos dejemos engañar, los pueblos no tenemos nada que ver, es cosa de los políticos” en clara alusión al tema en auge entre las dos orillas.
El momento acústico y más intimista llegó con “no necesito nada” y “clara” y si bien no hubo invitados especiales, para “cielo de un solo color” subió una murga porteña para hacer su parte.
Casi al final Emiliano anunció que iban a hacer una canción que no les pertenecía (aunque ya habían hecho un fragmento de “crazy baldheads” de Marley pegado a “voy”) y se despacharon con “motorpsico” de los redondos, que hay que admitir, fue tal vez el momento más flojo del toque. La gente igual respondió con un unánime “solo te pido que se vuelvan a juntar” dirigido a la banda argentina.
El cierre fue a todo pogo con “no era cierto” de su disco debut.
Sin lugar a dudas, al igual que pasó con La Vela Puerca, los mexicanos Molotov o los brasileños Paralamas en otra época, NTVG va en camino de ser otra de las bandas adoptadas como propias por el público argentino. Entonces, cuando se producen este tipo de encuentros, y la música habla por si sola alguien desde algún lugar pareciera susurrar “imagine there´s no countries”.
Redacción y fotos: Daniel Hofer